domingo, enero 17, 2016

"LLAMADA PARA UN CAFÉ" by MIKEL LADO PEÑA



  Lucía sobre su cabellera otrora morena y ahora casi blanca, la vana esperanza de robarle a la vida, la deuda eternamente prometida de un café con leche junto a su presencia. Una cita en consonancia con el tiempo ingrato que había tenido que sobrellevar malamente, pues ya hacia largos años que esperaba la llamada que concretara aquella velada con su diva. Era pues, aquel, un maltrecho espécimen del sendero de la vida gris, un ser con una capacidad de optimismo sin parangón entre mi especie, de naturaleza ciertamente mas realista -y decididamente pesimista- ante la situación concreta de nuestro buen hombre.

  Nunca, cuando coincidía con este, mas menos un par de veces a la semana, en la barra del Bar "La Barbería", este hombre dejo de transmitirme su real esperanza a esa llamada de su idílica hembra suntuosa. Aun cuando hacia mas de dos década de su ultimo encuentro y que ella no dispusiese de su actual número de teléfono -Y menos aun el, del de ella-, albergaba su total convicción en que su amada hallaría la forma de ponerse en contacto con el. La clientela residente en la tasca, hacia años que lo tomaba por un amable loco borrachín y le dejaba desgramar cada día su relato y su loca esperanza. Yo mismo nunca me atreví a poner un poco de cordura frente a sus románticos, etílicos y entrañables ojos.

  La historia no tendría mas recorrido amigos míos, sino fuera porque hace una par de meses, una llamada aconteció en la tabernaria calma de una tarde de agosto. En la escena, solo un par de parroquianos, nuestro hombre y Matias, dueño, camarero y psicólogo no-titulado del dispensario de vinos y licores. La secuencia aconteció como les narro: 
El teléfono de bar suena. Al otro lado de la línea, una voz de mujer pregunta por nuestro hombre. El dueño del bar, conocedor de la historia relatada miles de veces en la ebriedad de nuestro amigo, tarda unos segundos en reaccionar y hacerle llegar la respuesta al otro lado de la línea. -Si, aquí esta, ahora le llamo-. Nuestro hombre, con una total calma, sorprendente ante el cuasi esotérico acontecimiento, se acerca al teléfono y solo deja escapar de su boca unas pocas palabras. "Hola, ¿Donde?, allí estaré, un beso". Tras aquello, cuelga, deposita un billete sobre la barra, espera a que Matias le cobre y le traiga la vuelta. Después, tras un breve “Hasta pronto amigos”, sale del tugurio con su elegante paso eternamente zigzagueante.

  Tras aquel acontecimiento que os he relatado, desde hace dos meses, nada supimos de nuestro amigo. Nada, hasta la mañana de ayer, en que un cartero nos trajo una postal con la imagen de la Fontana de Trevi, con su nombre, sin dirección de remite alguna y donde únicamente nos había escrito: “Me tomé finalmente solo un expresso”.


(C) Mikel Lado Peña

domingo, enero 10, 2016

HAIKU MARINERO



Hoy que navego
por los mares del viento
no tengo velas


(C) By Mikel L.P