viernes, septiembre 15, 2006

Un Relato: Día de Lluvia


Pereza, pecado capital, que en tardes como esta se puede perdonar, tardes grises y frias, que anuncian que acaba el verano, y llega el otoño . . . otro otoño, como tantos otros en los que vuelvo a acariciar tu piel, que voy recorriendo y descubriendo de nuevo. Demasiado tiempo, demasiada distancia entre nuestros cuerpo, aunque ahora estes de nuevo junto a mi, desnuda y cubierta de sudor, el que nos cubre a los dos, despues de sentirnos uno otra vez.
Pueden que seamos los mismos de la última vez, puede que no, pero siempre nos buscamos, inmediatamente despues de cruzamos la puerta de casa; no nos damos ni un segundo para siquiera encender la luz, las maletas tiradas, y la ropa de ambos, como marcando nuestra precipitada huida el uno en busca del otro, tirada por el suelo . . .
En esta huida nunca pensamos donde ir, cada vez acabamos en un lugar distinto, esta ultima, no pasamos mucho mas alla de la puerta, tirados en el suelo.
"Y mis labios buscaran los tuyos, despues iran bajando por tu cuello, mientras te suelto el sujetador y entonces ire en busca de tus pezones, los besare, los mordere . . . mientras, tu me acariciaras el pelo, te aferraras a el y empujaras finalmente mi cabeza hacia tus bragas, que en un instante, habran desaparecido, y tus muslos al fin libres, se abriran y dejaran al descubierto tu sexo, al que comenzare a besar, tu ya estaras muy humeda, nunca te ha echo falta mucho para excitarte, incluso lo frecuente es que tu llegues al orgasmo antes que yo (te gusta ser la primera en todo) , . . . mi lengua lamera suavemente tu clitoris, mientras dos de mis dedos se introduciran en tu humeda cavidad y mi otra mano acariciara tus pechos, y tu respiracion entrecortada y los movimientos de tu vientre, me señalaran que tu disfrutas. No dices mucho en esos momentos, y cuando lo dices, casi suena como una orden. "Metemela ya" es lo que sueles decir, y tus ordenes no son cuestionables. Te gusta estar debajo al principio, sentirte vulnerable y atrapada, para despues poner las cosas de nuevo en su lugar, tu eres la fuerte, yo siempre he sido el debil.
Cabalgaras finalmente sobre mi, mientras mis manos se aferraran a tus caderas, subiran
repetidas veces a acariciar tus hermosas tetas (a las que siempre, por encima de cualquier otra cosa, adorare), y bajaran de nuevo a coger tus caderas, en una larga caricia que empieza en tu cuello, acaricia suavemente tus hombros y recorre tu espalda".
Un cafe despues de una ducha, como si nada hubiese sucedido un instante atras, y todo volvera a ser la cuenta atras infame del tiempo que queda para que vuelvas a irte, para volver a esperate; para volver a odiarte, porque no quieres que me olvide de todo y valla tras de ti; para volver a desearte; a sentir mono, puro sindrome de necesida de acariciar tu piel, y fundirme de nuevo, contigo, como hace solo un instante, nadando en nuestro sudor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sencillamente genial, las demás palabras sobran,este texto es para releer, para disfrtar. magnífico!!!
UNa sonrisa...